Las Criaturas del jardin

Escrito por Marcelo Carter

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"¿Por qué razón debo forzosamente abrir sus ojos?”, se repetía el teniente una y otra vez frente a uno de los espejos de su cubículo. El teniente a cargo de la división militar de la pequeña colonia ya había tomado una decisión radical. Aquel día era el indicado para llevar a cabo su plan… los científicos a cargo del proyecto del jardín se tomarían un largo descanso y los guardias no serían mayor problema para él ya que continuaban siendo sus subordinados. Solo el comandante se presentaba como el único y gran obstáculo. El comandante jamás entendería sus motivos, para él su proyecto de jardín estaba por sobre cualquier otra cosa, el jardín y los seres que había creado en él era lo más importante para los planes de la colonia en aquel planeta. Jamás hubiese atendido las razones del teniente, simplemente sus planteamientos no eran más que una verborrea progresista y liberal completamente errada y fuera de foco. El teniente podía ya reconocer la obsesión en el comportamiento del comandante al aislar por completo a las criaturas del jardín, una obsesión injusta, una obsesión tanto o más peligrosa que la del propio teniente al decidirse a ir al jardín para arreglar las cosas.

-Detesto este planeta… - le dijo el guardia a su compañero.- no sé qué le ven, extraño mi hogar ¿sabes?… la brisa tibia de la mañana, el cielo rojizo… con esa bella luna negra.

-He oído que el comandante planea regresar. - le contestó el otro. - Solo estaremos aquí un poco tiempo más para dejar terminado el experimento del jardín… 

-¿Y cuál es el propósito?, ¿acaso van a dejar el experimento acá y nos vamos a ir? ¡qué idiotez!

-Mira he oído rumores… he conversado con los ingenieros y científicos a cargo del experimento y también con otros soldados… y… dicen que el objetivo final del proyecto es hacer que lo que sea que esté en el interior de este “jardín” salga y comience a hacer labores pesadas en el planeta. Labores de recolección, trabajos forzados, construcción, etcétera.

-Pues aún no lo entiendo…, espera, allí viene el teniente.

Los guardias armados adoptaron posición y cortaron la charla, a su encuentro vino el teniente.

-Buen día, caballeros ¿algo que reportar?

-Negativo, señor. Todo tranquilo en esta zona.

-Ya veo…- dijo el teniente y echó un vistazo al enorme domo conocido por todos como “el jardín”.- Debo entrar al jardín por un encargo del doctor, seré breve.

Ambos guardias se miraron confundidos, las instrucciones del comandante habían sido bien claras: Nadie debía entrar al jardín mientras se desarrollaba el consejo con la división científica de la colonia. 

-Lo lamento, señor. Pero temo que nadie puede entrar hasta nuevo aviso.- resolvió finalmente uno de ellos. 

-Soldado, vengo recién de hablar con uno de los doctores y me ha pedido de forma urgente venir a asistir al experimento del jardín, de no hacerlo esto corre un serio y grave peligro. Todos sabemos lo importante que es esto para todos, sobre todo para el comandante… y desde ahora les advierto que si algo sale mal… si esto falla… me veré obligado a informar al comandante sobre la participación de ustedes dos. 

Ambos soldados volvieron a intercambiar una mirada confusa. Temían al comandante y sobre todo a su ira, por otro lado, el teniente siempre había sido un hombre sensato y razonable, de él no se podía esperar un acto irresponsable. 

-Teniente, todos le respetamos y usted lo sabe…, pero nos pide desobedecer una orden ¿nos puede decir qué es lo que va a hacer ahí en el jardín? - preguntó finalmente uno de los guardias. 

El teniente les enseñó entonces una manzana la cual traía oculta bajo un manto color verde. Los guardias sonrieron ante lo absurdo que parecía tal fruto. 

-Es una idiotez. - dijo el teniente volviendo a ocultar el fruto. - Pero desde hoy los experimentos del jardín deben nutrirse de manzana. Los científicos lo aprobaron solo ayer y por eso es que me han pedido venir con el fruto ahora. 

Los guardias finalmente dejaron entrar al teniente al jardín. La mentira había funcionado y el plan de aquel hombre se desarrollaba casi a la perfección. Una vez en el interior, tras haber pasado las puertas y muros de seguridad, el teniente quedó sin aliento al contemplar la majestuosa belleza de ese paraíso terrenal. Un río artificial se abría paso entre los suelos tapizados por arbustos y por la flora más hermosa que sus ojos hayan visto hasta entonces. Animales pequeños y exóticos, autóctonos de aquel planeta jugueteaban dispersos por todo el magnífico lugar, mientras otros simplemente dormían bajo el cobijo de frondosos árboles que se erguían bajo la cúpula del domo. 

Varios pensamientos llegaban a la mente del joven teniente a la vez que caminaba asombrado por el jardín, uno de ellos cuestionaba lo que precisamente hacía en esos momentos, “¿con qué derecho les quitaré a estas criaturas la oportunidad que se les ha dado para ser feliz?”, “¿por qué razón debo forzosamente abrir sus ojos?” volvía a pensar. Y era cierto, los experimentos podían ser felices por el resto de sus días mientras se les negara el conocimiento. “¿Acaso no desearía lo mismo para mí?... ¿es que acaso actúo movido por la envidia?”. Este último pensamiento caló hondo en el corazón del joven hombre… estaba a punto de convertir a los experimentos en seres iguales a él, con su mismo dolor, su mismo sufrimiento, su misma miseria… pero había una diferencia, y es que los experimentos al fin serían libres. Libres para elegir, libres para sentir, libres para crear y amar… y también para odiar, es cierto, pero nadie les negaría nunca más su derecho a aprender y A CONOCER.

En ese instante el teniente se encontró frente a frente con uno de los dos experimentos, específicamente con la hembra. El hombre quedó perplejo ante la similitud de ella con las mujeres de su especie.

-Es cierto…- balbuceó el hombre.- Los hicieron a nuestra imagen y semejanza…

-¿Quién eres?- preguntó ella sin temor alguno tras observarle con detención.

-Soy… solo un enviado.- dijo el teniente saliendo de su asombro.- ¿Dónde está él?, ¿Dónde está tu compañero?

-Está descansando… ¿quieres que vaya por él?

-No, descuida.- contestó el teniente.- En verdad he venido a hablar contigo, toma… esto es para ambos.- acto seguido el militar ofreció al experimento la manzana que traía consigo.

Ella lo miró con cierto recelo, no dijo nada, solo se quedó observando el fruto en silencio por un instante. 

-¿Qué sucede?- preguntó el hombre.

-Nada, es solo que… nuestro creador nos ha prohibido comer cosas fuera del paraíso.

-¿El creador?, ¿te refieres al comandante?... ¿qué otras cosas te ha dicho?

-Que debemos obedecer… y que no debemos comer cosas prohibidas.

-Escucha…- le dijo el teniente acercándole la manzana a su mano derecha.- Este fruto no es prohibido ni nada de eso. Si lo comes… tú y tu compañero podrán entender muchas cosas que ahora les son negadas. Podrán diferenciar el bien del mal, podrán ser libres de pensar, podrán ser iguales que a quien tú llamas el creador…. Tus ojos serán abiertos.

Ella dio un mordisco a la manzana sin dejar de observar los ojos del teniente cuya dulce mirada comprendía lo necesario y justo que era liberar a ambas criaturas. La manzana había sido inyectada con químicos que reparaban el lóbulo frontal del cerebro de ambos experimentos, el cual había sido manipulado y dañado a propósito durante su gestación negándoles así su desarrollo.

-¿Te volveré a ver de nuevo?- preguntó ella. 

-No lo creo…-contestó el teniente.- ahora solo me queda huir… debo irme muy lejos, ¿sabes?

-¿Por qué?

-Solo puedo decirte que… desde donde esté me acordaré de ti.- El joven hombre se dispuso a partir.- No olvides darle de la manzana a tu compañero.

Finalmente, el teniente abandonó con prisa el jardín y los experimentos nunca más supieron de él.

Dos días después de estos acontecimientos el comandante de la colonia se reunió con los ingenieros y científicos a cargo del proyecto Génesis. La sala se encontraba repleta de autoridades quienes debían dirimir el futuro de la operación a tan solo horas del regreso a su planeta de origen.

-General, ¿las tropas han encontrado al teniente desertor?- preguntó el comandante.

-Negativo, comandante. Muchos hombres desertaron junto al teniente, varios soldados que simpatizaban con él se han ido y creemos que han marchado hacia las montañas. Lamentablemente no disponemos de tiempo ni de recursos como para seguirles la pista. 

-Bien, no tenemos mucho tiempo y los experimentos físicamente se encuentran en óptimas condiciones para procrear y poblar este planeta. Sin embargo, la capacidad que teníamos de controlarlos la perdimos a causa de la traición de nuestro teniente. - comentaba el comandante al resto de los auditores. - La otra opción que nos quedaba era destruir a ambos experimentos y desarrollar otros, pero el laboratorio de creación fue completamente destrozado… por cortesía nuevamente de nuestro teniente.

-Comandante, ¿qué es lo que haremos entonces? El proyecto Génesis ha sido el más importante en estos últimos años y nuestro regreso a casa depende de su buen resultado. - dijo de pronto uno de los militares de alto mando. - Ahora que los experimentos han aumentado su inteligencia en un alto porcentaje ¿Cómo podemos obligarles a obedecernos?

-Bueno… he conversado con varios estudiosos y hemos llegado a una solución, es una fórmula bastante pasiva…- comenzó a decir el comandante.- debemos someter a los experimentos a la confusión. Reescribiremos por completo su origen y el incidente del jardín… se supone que ellos diferencian ahora el bien del mal, ¿no? Pues bien… les diremos que nosotros somos los “buenos”, nosotros quienes los creamos, quienes les ofrecimos un paraíso. Luego, una figura malvada hizo su aparición y les indujo a desobedecer… conclusión: La desobediencia los ha arruinado.

-A ver si entiendo…- interrumpió de pronto otro de los oficiales.- ¿Quiere contarle a los experimentos y a sus descendientes una historia fantástica que tenga por moraleja el valor de la obediencia?, ¿ y en esta historia quiere poner al teniente como una figura del “mal”?, ¿y usted, comandante, quién se supone que será usted?...

-Caballeros, solo les pido un par de días para encontrar los símbolos precisos…- contestó el comandante apoyando sus puños en la mesa.- y cuando lo haga… estos símbolos del bien y el mal serán tan poderosos que estos experimentos, y sus hijos… y los hijos de sus hijos los recordarán… por siempre.







*Relato publicado por primera vez el 26 de noviembre del año 2013 en mi página de Facebook. Posteriormente fue publicado en Historias Tenebrosas.


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