La pequeña Pesadilla

Escrita por Marcelo Carter

free html web templates

La noche brillaba.

La enorme luna de Kuno reflejaba más luz que de costumbre en el cielo de aquel planeta. Un ciudadano de la avanzada región de Filadeh apreciaba el hecho desde el balcón de su morada, con su torso desnudo y con ambas manos apoyándose en la baranda sonreía y observaba el esplendor del cielo estrellado y sus constelaciones. Había sido una mala semana en general, extravió las llaves del ático y la acumulación de trabajo en casa le daban una preocupación que dejaba pocos espacios a la distracción. En el interior de la habitación se encontraba su esposa recostada sobre la cama mirando con aburrimiento un libro-holograma. De pronto, lo apagó y depositó la mirada en su marido.

-Sabes, algo le pasa a la pequeña Iza.

-¿Mmm? ¿Algo como qué?

-Hace unos días la sorprendió una maestra en la escuela con unas… jeringas.

- ¿Unas jeringas? - Preguntó el hombre extrañado entrando en la alcoba. - Pero si la mocosa apenas tiene 9 años… ¿qué contenían las jeringas?

-Agua con sal.

- ¿Qué?... ¿y por qué rayos se quería inyectar agua con sal? ¿Por qué no me dijiste?

-Estaba buscando el momento adecuado…

- ¿El momento adecuado?, oh por favor, Lina. Nuestra hija de nueve años sale con que quiere suicidarse y tú me lo ocultas. Esto lo tenemos que informar inmediatamente al rector de la escuela y poner en sobre aviso a los maestros.

-Gadel, tranquilo. No es primera vez que hace cosas para llamar la atención. Esto ya pasó, no hagas lío…

- ¿Qué no haga lío? – Preguntó Gadel incrédulo. - Pero por supuesto que haré lío. Los maestros deben estar al tanto.

-Gadel… las jeringas no se las quería inyectar ella misma. - Dijo de pronto su esposa. - Se las quiso clavar a una compañera de clases.

-Oh…- Exclamó el hombre cubriéndose la boca.

-Así es, y mañana tenemos una reunión con el rector y los padres de la otra niña.

Al día siguiente, en una de las salas de reuniones de la escuela, los padres de Iza se encontraban sentados en uno de los extremos de una enorme mesa, en el otro extremo se encontraban los padres de la niña que fue atacada con las jeringas y al medio estaba el rector moviendo compulsivamente los pulgares de sus manos sobre la mesa. El incómodo silencio inundaba cada rincón de la sala hasta que por fin Gadel, el padre de Iza, habló: 

-Bueno… ¡así son los niños! Todo puede pasar con ellos, ja, ja, ja. – Exclamó con una sonrisa forzada.

-Disculpe, pero ¿qué parte de “su hija amenazó a mi pequeña con enterrarle varias jeringas estando a solas en el vestidor” no ha entendido? - Preguntó indignado el padre de la niña atacada.

-Un momento… ¿estamos seguros de que hubo una amenaza? Quizás solo se las estaba enseñando. – Estableció Gadel.

-Su hija sostenía seis jeringas, tres entre los dedos de cada mano. Luego se acercó a la otra niña hasta arrinconarla contra una pared y le dijo “Vamos a volarnos”. Si no fuera porque intervino una maestra el asunto pudo terminar en algo muy grave. – Intervino el rector.

Los padres de la niña atacada de pronto se levantaron de la mesa.

-Esperamos que tome medidas ejemplificadoras. – Dijo la madre de la niña al rector. – Si no ocurre entonces llevaremos este caso a los medios. Tenemos amigos muy poderosos.

- ¿Puedes creerlo? - Preguntó Gadel a su esposa mientras veían como la otra pareja de padres se retiraba de la sala de reuniones ignorándoles por completo.

En la sala solo quedaron el rector y los padres de Iza. Estos últimos buscaban alguna explicación en la cara del rector recurriendo aunque fuera a la antigua amistad que había de por medio.

–Jorat, por favor, no estarás pensando…

–Gadel, lo lamento mucho. – Le interrumpió el rector. – Ellos pertenecen a la junta de administradores de la estrella. Tienen mucho poder.

–¿Eh?, ¿y qué hay de mí? Trabajo en la división de sondeo espacial hace años. Incluso hago horas extras trabajando desde casa… ¡Estoy a cargo de recibir y descifrar cualquier señal que llegue del universo, maldita sea! ¿y no me puedes mostrar un poco de respeto?

– Ya te dije, ellos son parte de la administración de la estrella. Son los que toman las grandes decisiones ¿qué quieres que haga?

–Bah, malditos empleados públicos. Eso es lo que son. – Refunfuñó Gadel. – Me hace acordar de las historias que cuentan del viejo sol, ¿las conoces, no? Esas que dicen que fueron extinguidos por culpa de sus empleados públicos… ¡oh, la ironía!

–Mira. Creo que puedo ganar tiempo y dilatar esta situación. – Dijo el rector apoyando su mano sobre el hombro de Gadel. – Solo tranquilízate ¿quieres? Déjame ver qué puedo hacer para calmar los ánimos. Yo intentaré hacerles cambiar de parecer, y no sería mala idea que tú les enviaras una fina botella de uva fermentada en un par de días más.

–Sí claro, lo que sea para mantenerlos contentos ¿no? – Indicó Gadel mientras junto a su esposa Lina se disponían a abandonar la sala de reuniones. En el momento que alcanzaron la puerta, el rector los detuvo para comentarles algo por última vez.

–Mientras tanto, procuren que su hija no vuelva a meterse en problemas. Y por favor, que no vuelva a venir a clases con ese estúpido sombrero.

–¿Cuál sombrero? – Preguntó Lina extrañada.

–Un sombrero antiguo y raro… – Contestó el rector. Luego añadió: – Saben, deberían involucrarse más en las cosas que hace su hija, es solo un consejo.

La pequeña Iza mantuvo su vista clavada en el suelo durante todo el interrogatorio al que le sometieron sus padres. Las ojeras en sus ojos evidenciaban cierto agotamiento, pero eso no detuvo ni a Gadel ni a Lina a la hora de regañarle por su extraño comportamiento. Lina encontró el sombrero del que hablaba el rector escondido debajo de la cama y se lo llevó con la intención de arrojarlo a la basura. Iza se enfureció, iba a romper en un llanto para exigirlo de vuelta, pero algo ya había cambiado en su personalidad y optó por esperar. Tan solo suspiró aliviada de que sus padres no encontraran el guante que había estado fabricando desde hace ya unos días y que mantenía oculto dentro de un peluche. Sí, iba a esperar y se iba a vengar de ellos. 

Gadel extravió su tarjeta de acceso para su estudio en el ático por lo que había estado dejando la puerta sin seguro durante los últimos días. Debía conseguir una tarjeta nueva y debía enviar información descifrada hacia sus superiores en la división de sondeo de las señales que había estado recibiendo en su poderoso monitor-receptor que poseía en casa. Sin embargo, no podía concentrarse. Todo el asunto de su hija y el lío con la pareja de burócratas le preocupaba ya que podía afectar su trabajo en la división de sondeo espacial, era una posibilidad remota, pero era una posibilidad al fin y al cabo. Esa noche fue por una caminata bajo la enorme luna de Kuno para distraerse un poco, y allí, bajo la poderosa luz de la luna de su planeta se preguntaba si la gente del extinto viejo sol hace millones de años atrás tuvo alguna vez la misma clase de problemas que él.

Lina sintió un ruido afuera de su cuarto, más específicamente desde la sala principal. Bajó el libro-holograma y escuchó atenta por unos segundos, el ruidito se repitió y si bien era casi imperceptible le distraía enormemente de su lectura. Un poco molesta se levantó de la cama y salió de su cuarto para averiguar de qué se trataba. La sala estaba completamente a oscuras.

–Luz. – Ordenó Lina al sensor de voz de la electricidad, pero éste no funcionó. La sala seguía a oscuras. – ¡Luz ahora! – Volvió a ordenar elevando el volumen de voz, sin embargo, nada ocurría.

De pronto, a sus oídos llegó nuevamente aquel ruidito que la había sacado de su lectura y levantado de su cama, esta vez vino de mucho más de cerca. Unos granos secos de maíz estaban en el suelo desparramados y recién habían caído cerca de sus pies desde la altura. Como pudo agudizó su vista ayudada por la luz de la luna que se colaba por los ventanales y miró hacia arriba. Allí, en el segundo piso vio una silueta oscura recortada por la poca claridad de la noche que lograba entrar a la casa. Se trataba de una sombra delgada y pequeña asomada en la baranda del segundo piso, la oscura silueta llevaba un sombrero puesto.

–¿Qué?, ¿Iza?... – Preguntó Lina sin poder ver bien en medio de la penumbra. – ¿Qué haces con ese sombrero? ¡Vuelve a arrojarlo a la basura ahora mismo!

Pero la silueta de la pequeña Iza no contestó nada, tan solo se movió unos centímetros más a la derecha y quedó justo sobre la cabeza de su madre.

–¡Niña malcriada! ¿No vas a contestar? ¡Te estoy hablando!

–… Bienvenida al horario estelar, perra… – Dijo de pronto Iza y con su mano derecha levemente empujó una pantalla-monitor que estaba sobre la baranda oculta en la oscuridad. La pantalla cayó implacable y una de sus esquinas se clavó en el rostro de Lina atravesando su cráneo por completo. El cuerpo tembló por unos breves segundos tirado en el suelo junto a los cristales y el armatoste de la pantalla los cuales quedaron hecho añicos. Luego de unos cuantos espasmos finalmente el cuerpo permaneció inerte mientras la sangre, negra a la luz de la luna, fue inundando el piso de la sala poco a poco.

Gadel volvió a casa después de la medianoche. Una melodía tenebrosa y unos diálogos lejanos llegaron a sus oídos. Mientras avanzaba en medio de la oscuridad de la sala pudo notar el cuerpo sin vida de Lina recostado en el suelo junto a cientos de cristales ensangrentados. El hombre, shockeado, se arrodilló y quiso ver el rostro de su esposa, pero solo pudo ver una pulpa de carne y sangre deformada bajo la pálida luz lunar.

Sus pasos lo condujeron arriba, a la escalera del ático. Uno a uno fue subiendo los peldaños acompañado de fondo por unos alaridos y música estridente. Al entrar a su estudio pudo ver a Iza de pie junto a su escritorio, llevaba un sombrero viejo sobre su cabeza y un guante en su mano derecha que tenía puntas de cuchillo en vez de dedos. A su lado, el módulo decodificador de señales proyectaba una secuencia de imágenes terroríficas. Las voces que salían del módulo gritaban "Freddy!" "Es Freddy!".

-Entonces, tú tenías mi tarjeta…- Dijo de pronto Gadel tratando de entender. Avanzó un par de pasos y vio que del módulo decodificador salían imágenes de horror con un personaje de sombrero y guante amenazador. Iza se mantuvo en silencio junto al monitor. - ¿Qué estuviste viendo? … Oh por dios…

- ¿Dios?... Ésto es dios…- contestó la pequeña Iza enseñándole a Gadel el guante con cuchillos. Tal y cómo había visto que lo hizo el personaje que tanto llamó su atención en el receptor de señales.

Gadel llamó a las autoridades. La pequeña Iza fue internada en un centro de corrección mental en espera de ser juzgada por el asesinato de su madre. El módulo receptor de señales del espacio fue destruido por el propio Gadel quien no pudo advertir a tiempo la enorme y terrible influencia que las señales recibidas habían tenido sobre su hija. Imágenes y sonidos de un tiempo lejano que alguna vez fueron emitidas en algún lugar del cosmos y que viajaron durante siglos hasta llegar a la estrella de Filadeh.

En su habitación del centro de corrección, Iza no quiere dormir. Teme que Freddy Krueger se aparezca en sus sueños y la atormente en sus pesadillas. Pero no sabe que fue ella quien se convirtió en la pequeña Pesadilla.


is loading comments...